Esta novela es muy peculiar en la producción de Soledad Puértolas: se trata de una especie de fábula en la que los habitantes de la Tierra conocerían la fecha de su muerte desde el nacimiento. Tobías Kaluga, uno de los mensajeros de Dios, cuestiona aquella regla y desea modificarla. Los compañeros de Tobías se niegan entonces Dios le propone ir en la Tierra en busca de un humano que aceptaría ignorar la fecha en cuestión hasta su muerte y así, una vez llegado al Paraíso, después de su fallecimiento, podrían cuestionar la regla para todos los humanos pudiendo comparar la experiencia del humano voluntario con la habitual. La búsqueda de Tobías es muy larga (permite a la autora observar al mundo desde un punto de vista totalmente exterior, entonces, es muy interesante como estrategia literaria) pero termina por encontrar a Arturo Nizranín y la experiencia es un éxito: luego, todos los humanos ignoran la fecha de su muerte. Esta narración, verdadero cuestionamiento religioso, es muy sútil porque evita los lugares comunes al dar una percepción del mundo totalmente externa (a pesar del hecho de que el mensajero divino esté siempre encarnado: la primera vez en un hombre, Tobías Kaluga, y luego en una mujer Estrella Valmont). Soledad Puértolas busca nuevas respuestas a las preguntas que el hombre se hace desde el origen y propone una historia -como lo hizo con la condición humana con el cuento: El recorrido de los animales – que permitiría explicar lo inexplicable.